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lunes, 26 de octubre de 2009

Humala: “El gran salto… para atrás”

Dos hechos políticos de importancia se han producido esta última semana. Uno de iniciativa. Y el otro, como consecuencia del primero, de retirada. Así pues, el cura Arana ha puesto en agenda su Movimiento Tierra y Libertad, con el firme propósito de llegar a la Presidencia de la República el 2011. Arana, uno de esos denominados “luchadores sociales” que no figura aún en ninguna encuesta, propone reunir en torno suyo a la diáspora que es la izquierda peruana.
Sin embargo, no a cualquier izquierda. El cura se reserva el derecho de admisión porque, finalmente teólogo, el cielo no es para todos sino para los que hacen méritos para conseguirlo. De más está decir que aquí, la metáfora del “cielo” es la Presidencia del Perú. Y para el padre hay un pecado muy feo en este afán: restar votos. Eso es lo que ha hecho que en su seno, al cura solo le interese aquella izquierda que no resta, a saber: la light.
Y con esto el cura Arana se ha develado, independientemente de lo que podamos pensar de su posición política, como alguien comprometido con el sistema (democrático). Primero, porque pretende ganar una elección, es decir, le otorga a las elecciones un carácter fundamental en la carrera por el poder.
Y, segundo, porque mal que bien, la izquierda que quiere representar, light, caviar o como se llame, no es otra que aquella que gobierna en Brasil, Chile o España, es decir, aquella que hace rato apostó por la democracia liberal, y a la que el cura le pone el ingrediente de “justicia social” de estos tiempos: la ecología (ojo que en Francia ya se discute sobre una ecología de derecha).El otro evento que ha destacado políticamente en la misma semana en que Arana lanzaba su candidatura de centro-izquierda, ha sido el tardío deslinde que el líder del Partido Nacionalista, Ollanta Humala, ha hecho con respecto de unos grupúsculos de ultraizquierda, Patria Roja y Patria Libre.
El hecho de que, pese a todas las consecuencias políticas negativas de las últimas semanas, Humala haya demorado tanto en decirles chao, demuestra que de muy buena gana no lo ha hecho. Eso dice mucho.Varios se han preguntado por qué Humala no quería dar su brazo a torcer con la ultraizquierda, si esta no le aportaba políticamente nada. Todo depende de lo que se entienda por “política”.
Es cierto que si “política” son las elecciones, los votos de las “Patrias” eran cero. Pero para los marxistas el verdadero poder no nace de las urnas sino del fusil o, en el peor de los casos, de las huelgas, las marchas y las protestas “socialmente organizadas”.
Eso aportaban las “Patrias”. Lo que demuestra que para Humala las elecciones no serían fundamentales en su lucha por el poder.El que Humala se vea, se sienta y se niegue a dejar de ser “radical” aunque esto le cueste votos, está en la línea del pensamiento totalitario por el cual para llegar al poder solo hace falta un puñado de hombres decididos y apenas un 10% de la población fanáticamente organizada. Ese es el partido y el Perú que él quiere construir, según parece. Dudo que lo haga si hasta un cura de provincias termina marcándole el paso, obligándole a dar un “gran salto para atrás”.
fuente:peru21.com.pe

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