Columna de Opinion
Fuente: Peru21.com.pe
La anunciada renuncia del general Hernani se veía venir prácticamente desde el momento en que juramentó. Su primer acto fue chocar públicamente con el entonces director de la Policía, seguido por un aumento de la inseguridad ciudadana. Luego ocurrió el trágico fiasco de Pómac, para concluir con el desmantelamiento del proyecto para acercar la policía al ciudadano.
La primera lección de esta desafortunada gestión es que no se puede volver a nombrar en ese cargo a un oficial del sector porque, simplemente, no tiene la visión crítica del exterior que se requiere y, encima, arrastra todas las distorsiones de la institución.Este último punto parece que también lo ha tomado en cuenta el gobierno. Incluso, con el nombramiento de Mercedes Cabanillas se está jugando una de sus principales cartas partidarias en una cartera en la cual todos los inquilinos que por ella han pasado durante este gobierno han fracasado o no han dado mayor resultado.
Como consecuencia de ello, la seguridad ciudadana se ha deteriorado y esa es una de las principales críticas que hace la población a esta administración. Ojalá la Dra. Cabanillas –quien, a diferencia de su poco feliz paso por la cartera de Educación, no tiene en esta ocasión una filiación sindical o bolsón electoral que defender– decida jugarse su aspiración presidencial en demostrar que puede hacer una buena gestión.
Por otro lado, el momento del cambio parece adecuado políticamente para desviar la atención de 'petromails’ o audios. Sin embargo, el tema es tan importante que no se justifica cuestionarlo. Lo que sí se debería aprovechar con este cambio es corregir también otro sector a la deriva. Desde su nombramiento, el actual ministro de Salud se la ha pasado tratando infructuosamente de explicar por qué se le pierden archivos enteros o de negar que exista una situación casi epidémica de bacterias en los hospitales por falta de cuidado adecuado. Incluso, al igual que Hernani, el Dr. Ugarte es funcionario de carrera en su sector y ha participado en anteriores gestiones ministeriales (o, mejor dicho, sindicales) en las cuales lo único que se hizo fue un aumento exagerado de salarios, sin compromiso de mejora en la productividad de médicos o personal en general. Como resultado, la atención de la salud ha empeorado. Sin duda, otra crónica de un desastre anunciado
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